Ayer estuvimos en el enterramiento de los restos de quien en vida fuera el Ingeniero Sergio Saúl Linares Morales, cuyos restos fueron encontrados e identificados por la Fundación de Antropología Forense de Guatemala, en una de las fosas comunes de las instalaciones de lo que fue el Destacamento Militar en Comalapa, Chimaltenango el 7 de septiembre del año en curso.
Han tenido que pasar más de VEINTISIETE AÑOS, para encontrarlo y terminar la angustia que acongojó a su esposa e hijos y a la familia Linares Morales, que Sergio fue detenido el 23 de febrero de 1984, desaparecido, torturado y asesinado, sin lugar a dudas por el ejército de Guatemala.
Como dijo Ricardo Falla, el sacerdote que ofició la misa, no puede haber perdón, cuando aún no se conocen los nombres de los hechores materiales e intelectuales que detuvieron-desaparecieron-torturaron y asesinaron a Sergio Linares.
Mucho menos se puede pensar en el olvido, ya que el olvido es una cobardía, es huir de la realidad, metiendo la cabeza entre la tierra, cual avestruz.
No pensamos en venganza, simplemente queremos justicia.
En esa fosa común también se registró al compañero Amancio, dirigente sindical, lo cual hace que ya no existan dudas respecto al Diario Militar o Diario de la Muerte y servirá para que el juicio que se ha desarrollado en la Comisión Panamericana de los Derechos Humanos, alcance su final, ya que ya no existen dudas acerca de su autenticidad, cosa que ha argüido el ejército Nacional.
¿Qué duda puede existir si se le ha encontrado en lo que fuera el Destacamento Militar en Comalapa, Chimaltenango.
Se ha comenzado a deshacer la madeja de impunidad que ha rodeado esa época negra de la historia de Guatemala, por primera vez en nuestra historia, la verdad está a la vuelta de la esquina.
En esta situación y para terminar con la angustia de más 45,000 detenidos-desaparecido, lo conveniente es que el Ejército Nacional reconozca públicamente que se cometieron crímenes de lesa humanidad y dejar que la justicia juzgue a quienes los cometieron, sin ningún truco, sin proteger a los de máxima graduación.
Todos iguales.
Obviamente esto no es más que el inicio de una nueva era, en la que deberán quedar aclaradas las masacres contra la población civil, cometidas, con todo el abuso de fuerza, por parte del ejército.
No es cuestión de tratar de tapar el sol con un dedo como pretenden los miembros de AVEMILGUA o las Esposas de Militares, en una maniobra previamente concertada en las filas del Ejército, para seguir en la impunidad.
Por eso es que vimos un ataque virulento en contra de la Fiscal General, Claudia Paz y Paz y contra su padre, el Ingeniero Enrique Paz y Paz, que quienes tuvimos el honor de conocerlo, sabemos que son tan falsas las acusaciones, como la inocencia que hacen gala los militares reunidos en AVEMILGUA.
No es que busquemos venganza, eso nos acercaría a la condición de quienes cometieron esos crímenes, lo que queremos es JUSTICIA.
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