Las cosas han cambiado, eso es indudable, pero muchas veces salen a la luz cosas que nos sorprenden, como es el caso de las recientes declaraciones de Aziza Musa -en el juicio por la muerte de su padre Khalil Mussa y su hermana Margiorie Musa- ya que ella dice que se entrevistó con Carlos Castressana, antes de que abandonara el cargo y asevera que le aseguró que la versión que Rodrigo Rosenberg contó en el video difundido, era cierta, es más que haría una declaración pública para explicarlo.
Acá resulta difícil creer que esta declaración haya sido hecha por parte de Castressana, después del show mediático que montó para exponer tan detalladamente la investigación que habían realizado los fiscales de la CICIG, donde demostraron la forma en que Rodrigo Rosenberg pagó a un grupo de sicarios para que lo asesinaran, con la colaboración de sus primos, demostrando que era él quien había planificado su asesinato, pagando a una banda de asesinos para que lo realizara.
Estas declaraciones de la señora Aziza Mussa, dejan muchas dudas, porque las acusaciones formuladas ante el tribunal, plantean dos posibilidades, que quien mienta sea Aziza Mussa o la otra es que el mentiroso sea Carlos Castressana.
Como diría el mismo ex-Comisionado de la CICIG, Carlos Castressana, se destapó la famosa “caja de los truenos”, pues Aziza Mussa lo señala directamente -sin miramientos- a él, de confiarle una versión de los hechos que difiere totalmente de la que expuso y presentó como resultado de la investigación que realizó la CICIG, por la muerte de Rodrigo Rosenberg, en la famosa Conferencia, donde señaló directamente a Rosenberg de haber montado esa conspiración.
Es triste ver que el trabajo del cuerpo de investigadores profesionales de la CICIG, se vea enturbiado por las ambiciones personales de su primer comisionado.
Parece como si el ex – Comisionado hubiera tratado de engañarla para salir del paso o en el peor de los casos y haciendo oído de los rumores entre la oligarquía, para cumplir con su trabajo, congraciarse con un grupo dirigente de la clase pudiente del país, cumpliendo, quizá, con un siniestro pacto, que repetidamente se menciona hizo que Castresana “le vendiera su alma al diablo”. Se dice que dentro del paquete al que se habría comprometido con este grupo, figuraba el de salvar la imagen de Khalil Mussa y su hija Margiorie, (en el caso de comerciar con telas de furgones robados) ante la insostenible honorabilidad de Rodrigo Rosenberg.
Ella misma dice que, al no haber tales declaraciones se reunieron el 1 de septiembre con el Comisionado Francisco Dall'Anese, quien le dijo que “el caso había tomado otro rumbo, y le prometió a mi mamá que la honorabilidad de mi papá no iba a ser comprometida”, y uno se pregunta ¿será que la misión de la justicia puede o debe tomar en cuenta la imagen de las personas, para poder investigar? Me parece que no, ya que si la investigación demuestra que cometió un delito, al juez no debe importarle la imagen de la persona juzgada.
Uno de los dos, está mintiendo: Castresana o la Sra. Musa.
No obstante, es de analizar por qué la señora Aziza Mussa podría tener la osadía de mentir de esa manera, llevando todas las de perder.
Y también vale la pena tomar en cuenta algunas cosas más, que nos llevarían a preguntarnos, ¿por qué es tan persistente el rumor, que este grupo dirigente de la clase pudiente, cooptó a Castressana y seguidamente, quiso “alinear” a Dall´Anese? al que, según mi fuente, le exigieron que cumpliera con lo que Castressana había pactado con ellos y Dall´Anese, al no dejarse manipular por ellos y rechazar lo que pudiera haber concertado su antecesor, dio pábulo a que le declararan una guerra sin cuartel, que ha llevado hasta a los jueces, a pedir su destitución.
Es difícil creer que la señora Musa esté mintiendo, porque si, pues en otros casos el ex – Comisionado ha tenido un extraño comportamiento y es por ello que Carlos Castresana debe responder, ¿por qué se hizo el loco en el caso del ex Ministro de Gobernación, Carlos Vielmann?, ya que tuvo en su escritorio el informe preparado por los investigadores de CICIG y nunca hizo uso de él; ¿por qué quiso desprestigiar al escritor salvadoreño Laffite Fernández, cuando escribía el libro “CRIMEN DE ESTADO, el Caso Parlacen? y por qué le dejó la “pacaya” de todos estos casos (incluido el caso Mussa) al nuevo comisionado, que ahora debe llevar a cuestas la desaprobación y oposición sistemática de ese grupo pudiente, ya que la CICIG ha logrado retratar de cuerpo entero a alguno de sus miembros.
Si Castresana verdaderamente tiene un compromiso con la justicia, como lo pintan algunos ingenuos, entonces deberá desmentir a la señora Mussa, pues esta incluso dijo que él le había prometido un declaración oficial (la cual es obvio, nunca llegó) y, si le es posible, desmentir su presunto arreglo con la clase pudiente de Guatemala.
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