domingo, 24 de julio de 2011

¿NECESITAMOS MANO DURA?

¿NECESITAMOS MANO DURA?
¡¡¡PERO SI SIEMPRE
HEMOS VIVIDO BAJO LA MANO DURA!!!

Para los que llegaron tarde a la historia, este engaño, “de que se necesita mano dura para dirigir al país”, es viejo y es mentira.

De los ciento noventa años de “vida independiente”, hemos vivido directamente, 110 años bajo las dictaduras militares y de los otros ochenta años, la mayoría de ellos, los gobernantes civiles vivieron plegados a las órdenes militares, desde el siglo XVI a la fecha y aún dentro de estos veinticinco años de estos gobiernos del “período democrático” (1086-2011), especialmente los primeros tres gobiernos, Vinicio, Serrano y De León Carpio, del 86 al 96, la presencia del ejército fue constante y asfixiante y regresaron a compartir el poder después, durante el período de Alfonso Portillo, que volvió a someterse a los dictados del ejército, así que cuando el viernes un amigo me decía que había que sacar al ejército a las calles, yo le contesté que el ejército estaba en las calles, que no han dejado de estarlo y no obstante su presencia en la vida nacional, la situación no cambiaba, es más, cada día aparecían militares y ex militares, policías y ex policías, inmiscuidos en la delincuencia. Que sentía desilusionarlo, pero que la expectativa es que la situación de seguridad no va a cambiar, es más, va a empeorar.

Un ejemplo de esta incidencia, es que la organización de los Zetas, una transnacional del narcotráfico, está compuesta en su mayoría por Kaibiles guatemaltecos y uno de ellos es el máximo dirigente.

Hace muy poco, uno de los dirigentes (capos) de los narcos que capturaron en Petén, pidió un teléfono y marcó el teléfono del General Valenzuela, Ministro de la Defensa en ese momento, para exigirle que lo liberara, y cuando le preguntaron los agentes de la DEA, ¿a quien había llamado?, él contestó que a sus empleados, el Ministro fue separado del cargo, pero no fue procesado como correspondía.

Durante el Estado de sitio en las Verapaces, al tercer día murió un General al que se sindicaba de ser uno de los máximos jefes del narcotráfico en la zona y lo que recibió, fueron honores militares en su entierro.

Muchos de los militares, han estado presentes en los robos al Estado, desde que gobernó el General Miguel Idígoras Fuentes, a finales de los años cincuenta.

Yo puedo dar fe de los últimos cincuenta años de vida ciudadana en Guatemala, de finales de los años cincuenta al presente y los dos artículos que publicó José Rubén Zamora hace unos días, no fue más que una radiografía de la situación que vivimos en nuestro país y a la que la mayoría de los medios de comunicación y mucha gente ilustrada, le hacen “ojo pache” desde hace décadas, ya que todos los que han gobernado este país, salvo rarísimas excepciones, han recibido “cuantiosos premios” del crimen organizado.
Y lo que puedo contar de estos cincuenta años, es que la situación del país se encuentra igual o peor, que el mismo porcentaje que a finales de los años cincuenta, casi moría de hambre, es el mismo que tenemos en pleno siglo XXI, para nuestra vergüenza. Pero nos oponemos a que exista asistencia del Estado, famélicos son más dóciles o más babosos.

La educación nacional, tanto privada como Estatal, ha colapsado. Nuestro nivel educativo es pésimo.

La existencia de las Maras, aunque es reciente, lleva más de veinticinco años y comenzó con los compatriotas que vivieron en las Gangas en los Estados Unidos, como una respuesta a la exclusión y marginación que sufren los emigrantes latinos en ese país y que al ser expulsados del mismo, encontraron “tierra fértil” en nuestro país, donde el tejido social se termino de romper durante la guerra interna de los treinta y seis años y la exclusión y marginación estaba a la orden del día, para formar lo que se ha denominado “maras”.

Las villas miseria se multiplicaron como si fueran hongos y se sigue sin prestarles atención y sin abrir un abanico de oportunidades laborales y de desarrollo para ellos.

La atención en salud es precaria y las autoridades y las fuerzas que detentan el poder, sigue sin importarles que vivan o mueran los que hacen uso de sus servicios.

Por último la seguridad, cada vez más, nos hemos vuelto prisioneros dentro de nuestro propio país. Guatemala se ha vuelto una gran prisión, llena de puestos de control, rejas y, sobre todo. . . del miedo.

Hemos tenido mano dura desde la llegada de los españoles, pero a pesar de que después de la lucha efectuada durante los treinta y seis años de guerra interna, con los Acuerdos de Paz Firme y Duradera, se abrió la posibilidad, mínima, de crear un país democrático, lo que sucede es que buena parte de nuestros compatriotas añora la bota militar y pide la mano dura, como los amantes que a pesar de los malos tratos, no pueden vivir el uno sin el otro.

De nada vale decir “pero si siempre hemos vivido bajo la mano dura”

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