La familia Gutiérrez Bosh, después de un cabildeo con los miembros más prominentes del Poder Económico, invitó a los representantes de las familias más poderosas de Guatemala, a una reunión.
En esta reunión, hicieron ver la necesidad de que la oligarquía (obviamente en otras palabras) retome el control total del Estado o sea, dejar de tener prestanombres en la Presidencia y ejerza la autoridad del grupo del poder económico, plenamente.
Al finalizar su alocución, Arturo Gutiérrez proclamó, “por nuestro grupo, el candidato a Presidente, soy yo” Seguidamente hizo la pregunta al resto de las familias representadas, ¿qué opinan ustedes?
El grupo aludido contestó, “dénos unos días para contestar”
En efecto unos días después, se dio la nueva reunión y el otro grupo llegó con la respuesta, “nuestro candidato a Presidente, es Álvaro Arzú”
La reunión se animó, los tragos arreciaron y a algunos se les fue la mano con los traguitos, tanto así que de pronto alguien somató con fuerza la mesa, se hizo el silencio y gritó, “ahora si vamos a ganar y esa vieja hija de la gran p. . . de la Sandra, se va a la mierda”.
El acuerdo es que quien esté mejor situado de los dos candidatos mencionados, cuando se haga la convocatoria a elecciones por parte del Tribunal Supremo Electoral, será quien irá de candidato a la Presidencia, representándolos.
Claro, las partes aceptaron abrir un compás de espera, en lo que se resuelve la situación de Álvaro Arzú y el artículo de la Constitución que, “aparentemente”, le prohíbe participar como candidato a Presidente.
Los Gutiérrez, contra lo que se pensaba, se reconciliaron, es decir, el tío Arturo hizo las paces con sus sobrinos, Dionisio y Juan Luís. Al final de cuentas, solo era cuestión de dinero, que precisamente es lo que les sobra, por lo que los sobrinos decidieron pagar al tío Arturo lo que le correspondía y resuelto.
Álvaro Arzú también hizo las paces con los Gutiérrez, dejaron las diferencias de lado y pues, “santos en paz”. Así fue como se allanó el camino para esta reunión.
Inmediatamente comenzó la competencia, Arturo Gutiérrez publicó una página completa en Prensa Libre, con su fotografía y en respuesta, Álvaro Arzú ha tapizado el país, con su fotografía y el “slogan” “Retomemos el Camino”
Recién he arribado procedente de Puerto Barrios y en todas partes, igual que en la Capital, he visto la abundante publicidad de Álvaro Arzú.
Según expertos constitucionalistas, que he consultado, no alineados con partido alguno, coinciden en que la forma más sencilla para resolver el problema, es invocar que el artículo es violatorio de la Carta Fundamental de los Derechos Humanos, y que los tratados internacionales, suscritos por el Gobierno de Guatemala, como el de los Derechos Humanos, son superiores a la Constitución Política de la República de Guatemala, esto ya funcionó en Nicaragua, es lo mismo que fue invocado por Daniel Ortega. . . y fue amparado.
De aceptarse esta argumentación por parte de la Corte de Constitucionalidad, que será la consultada, se originaría un cisma en la política local, ya que no habría necesidad de reformar la Constitución, simplemente se declararían nulos los artículos llamados de piedra dentro de la misma.
El principal afectado a todas luces, es el General Otto Pérez Molina, que pierde la representación de la derecha guatemalteca, deja de ser “su candidato a Presidente”, ya anteriormente había sido cuestionada su participación como candidato por la Embajada de Estados Unidos y definitivamente se quedará con los “colochos” hechos, nuevamente.
Si Álvaro Arzú es amparado, traería consecuencias impensadas, Vinicio Cerezo, Jorge Serrano, Álvaro Arzú, Berger, Zury Ríos y Sandra de Colom, podrán participar, no tendrán ningún impedimento.
Así es el mundo de la política, cambiante e increíble, sobre todo en nuestros países del realismo mágico.
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