En la sociedad caótica que es Guatemala, donde los intereses personales y de grupo, valen más que los del propio país, veo perfilarse a diario un discurso político al que solo le interesa el clientelismo, talvez debido a la práctica desaparición del discurso ideológico y a su vez, al miedo de ser señalados por el contenido ideológico del mismo.
La derecha solo tiene intereses en el mercado, en forma primitiva, basados netamente en la sobre explotación de la mano de obra y en la utilización del aparato estatal para amasar fortunas, sin importar la legalidad de ese enriquecimiento ilícito.
Lo suyo es por casta, no por ideología.
En contraposición, la izquierda hace un discurso débil, que topa con los aparatos de opresión del sistema, sus medios de comunicación, que los ignoran y no publican nada de lo que hacen o dicen, además de que sus comunicados van hacia una élite, que se va más por el amague, que por el fondo de las cuestiones, evidenciando la falta de trabajo político de base de las organizaciones, debido, seguramente, a la ausencia que sufren de cuadros dirigénciales, diezmados por la represión que azotó a la izquierda y al país en general, durante un largo período de tiempo y a la costumbre muy chapina, de todos los que nos decimos de izquierda, nos creemos dirigentes o sea, solo hay jefes y no existe tropa.
Los asuntos de fondo no se tratan por expertos en la materia, sino con un discurso político superficial, por el afán de no perder clientela, al que desgraciadamente tampoco responde la población, más que a la prostituida costumbre de moverse por regalos de láminas, block, gorras, playeras, pelotas, algún refresco, etc.
Aunque el pueblo debiera escuchar el discurso de izquierda por ser el que responde a sus intereses, lejos de eso, se deja embaucar por cánticos de sirena de la derecha y por sus regalitos de la época eleccionaria, que es cuando se recuerda la derecha que existen, mostrando un “descastamiento” espectacular, por ejemplo, en las zonas donde más fuerte se registró el conflicto, las de la tierra arrasada, los pobladores votan masivamente por quienes los masacraron.
¿Será lógico?
¿No debiera ser objeto esto, de una gran reunión para establecer cuál es la lógica de este comportamiento humano?
Como ciudadanos, recogemos banderas que nos venden los medios de comunicación, que pertenecen a la derecha, sin racionalizar el mensaje, solo porque nos parecen bonitas, no por su coherencia ni mucho menos porque sean útiles al país, sino para que no nos vean sin banderas.
Regularmente vamos siguiendo la marcha que nos marcan las oeneges, tengan o no razón, sin darnos cuenta que muchos de ellos actúan respondiendo a sus financistas y los financistas no son precisamente cristalinos.
Como ejemplo, este podría ser un escenario. “Algunas” petroleras podrían hacer donativos a una o varias oeneges en Europa o Estados Unidos o Canadá que patrocina a otras oeneges en Guatemala o que vengan de los financiamientos que dan los gobiernos, como AID, la GTZ, y otros, que dentro del financiamiento deslizan el mensaje, por ejemplo, que hay que colaborar con los pobladores ancestrales de estos países, para evitar que pierdan sus tierras, las que les heredaron de sus ancestros y con ello pierdan su identidad, ¡no dejen que inunden sus tierras! ¡Cuando en el fondo lo que quieren es que no se construyan hidroeléctricas! y allí van nuestros mesiánicos oenegeros, henchidos de amor patrio. . . ¡a actuar contra los intereses del país!, llenos de artículos que sus patrocinadores les hacen leer y mostrar. . . así, seguiremos dependiendo del PETROLEO, ¡por los siglos de los siglos, amen!
Después nos indignamos de que la energía eléctrica suba de precio, pero si hemos hecho que la generación de esa energía sea producida por petróleo y este está caro. . . ¿que resultado esperan?
Este obviamente solo es un ejemplo tomado al azar, pero existen muchos más, que sirven para propiciar que no actuemos como un país, sino que nos sumerjamos en conflictos étnicos, como han hecho con la balcanización de Yugoslavia, que después de convertirla en un campo de batalla, paró dividiéndose en pequeños fragmentos (países) que se odian entre si o en África o como lo han intentado en Bolivia, manipulando a la prensa para que estemos ocupados en matarnos entre nosotros olvidando los intereses del pueblo y mantengamos al país sumido en el caos, siendo un perfecto Estado Fallido.
Es hora pues, de hacer un alto en el camino y revisar de una vez por todas nuestro actuar, honradamente, sin manipuleos ni falsos preconceptos, para encontrar el camino que nos lleve a la “redención” de este pueblo que vive sin esperanzas.
La derecha solo tiene intereses en el mercado, en forma primitiva, basados netamente en la sobre explotación de la mano de obra y en la utilización del aparato estatal para amasar fortunas, sin importar la legalidad de ese enriquecimiento ilícito.
Lo suyo es por casta, no por ideología.
En contraposición, la izquierda hace un discurso débil, que topa con los aparatos de opresión del sistema, sus medios de comunicación, que los ignoran y no publican nada de lo que hacen o dicen, además de que sus comunicados van hacia una élite, que se va más por el amague, que por el fondo de las cuestiones, evidenciando la falta de trabajo político de base de las organizaciones, debido, seguramente, a la ausencia que sufren de cuadros dirigénciales, diezmados por la represión que azotó a la izquierda y al país en general, durante un largo período de tiempo y a la costumbre muy chapina, de todos los que nos decimos de izquierda, nos creemos dirigentes o sea, solo hay jefes y no existe tropa.
Los asuntos de fondo no se tratan por expertos en la materia, sino con un discurso político superficial, por el afán de no perder clientela, al que desgraciadamente tampoco responde la población, más que a la prostituida costumbre de moverse por regalos de láminas, block, gorras, playeras, pelotas, algún refresco, etc.
Aunque el pueblo debiera escuchar el discurso de izquierda por ser el que responde a sus intereses, lejos de eso, se deja embaucar por cánticos de sirena de la derecha y por sus regalitos de la época eleccionaria, que es cuando se recuerda la derecha que existen, mostrando un “descastamiento” espectacular, por ejemplo, en las zonas donde más fuerte se registró el conflicto, las de la tierra arrasada, los pobladores votan masivamente por quienes los masacraron.
¿Será lógico?
¿No debiera ser objeto esto, de una gran reunión para establecer cuál es la lógica de este comportamiento humano?
Como ciudadanos, recogemos banderas que nos venden los medios de comunicación, que pertenecen a la derecha, sin racionalizar el mensaje, solo porque nos parecen bonitas, no por su coherencia ni mucho menos porque sean útiles al país, sino para que no nos vean sin banderas.
Regularmente vamos siguiendo la marcha que nos marcan las oeneges, tengan o no razón, sin darnos cuenta que muchos de ellos actúan respondiendo a sus financistas y los financistas no son precisamente cristalinos.
Como ejemplo, este podría ser un escenario. “Algunas” petroleras podrían hacer donativos a una o varias oeneges en Europa o Estados Unidos o Canadá que patrocina a otras oeneges en Guatemala o que vengan de los financiamientos que dan los gobiernos, como AID, la GTZ, y otros, que dentro del financiamiento deslizan el mensaje, por ejemplo, que hay que colaborar con los pobladores ancestrales de estos países, para evitar que pierdan sus tierras, las que les heredaron de sus ancestros y con ello pierdan su identidad, ¡no dejen que inunden sus tierras! ¡Cuando en el fondo lo que quieren es que no se construyan hidroeléctricas! y allí van nuestros mesiánicos oenegeros, henchidos de amor patrio. . . ¡a actuar contra los intereses del país!, llenos de artículos que sus patrocinadores les hacen leer y mostrar. . . así, seguiremos dependiendo del PETROLEO, ¡por los siglos de los siglos, amen!
Después nos indignamos de que la energía eléctrica suba de precio, pero si hemos hecho que la generación de esa energía sea producida por petróleo y este está caro. . . ¿que resultado esperan?
Este obviamente solo es un ejemplo tomado al azar, pero existen muchos más, que sirven para propiciar que no actuemos como un país, sino que nos sumerjamos en conflictos étnicos, como han hecho con la balcanización de Yugoslavia, que después de convertirla en un campo de batalla, paró dividiéndose en pequeños fragmentos (países) que se odian entre si o en África o como lo han intentado en Bolivia, manipulando a la prensa para que estemos ocupados en matarnos entre nosotros olvidando los intereses del pueblo y mantengamos al país sumido en el caos, siendo un perfecto Estado Fallido.
Es hora pues, de hacer un alto en el camino y revisar de una vez por todas nuestro actuar, honradamente, sin manipuleos ni falsos preconceptos, para encontrar el camino que nos lleve a la “redención” de este pueblo que vive sin esperanzas.
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